En las últimas semanas han aparecido titulares del estilo: “Premio Nobel de Economía por probar que subir el salario mínimo NO disminuye el empleo”. Por supuesto, los comentarios de políticos y economistas apuntando con el dedo al “neoliberalismo” no faltaron aferrándose al supuesto resultado del ganador del premio. Estas personas se encuentran aferradas a los supuestos resultados esgrimidos por la ciencia económica interpretada a su gusto, que simplemente refuerzan su sesgo de confirmación.


El economista que realizó la investigación fue David Card, al que el jurado le adjudicó el Nobel por “contribuciones empíricas en el campo de la economía del trabajo” y “contribuciones metodológicas en el análisis de las relaciones causales”. Grosso modo, Card en los años noventa, estudió con una nueva metodología -que era la razón propia de la investigación y no los resultados-, un aumento del salario mínimo en New Jersey en el sector de la comida rápida. La misma, reveló que no disminuyó el desempleo en ese sector. La metodología que implementa el nobel es utilizada actualmente en las investigaciones de aumento del salario mínimo.

El propio premiado, señala en varias ocasiones su disgusto con que se tergiversen sus investigaciones para la utilización política. Referido a este último tiempo, Card explicó: ”En el estudio del salario mínimo, creo que lo principal que realmente surge de eso, al contrario de lo que todos piensan, no es que debamos aumentar el salario mínimo necesariamente, sino más bien un enfoque en una forma diferente de pensar sobre cómo se fijan los salarios”. Él mismo afirma que NO importa el resultado, sino el método utilizado.
En otra entrevista, afirmó: “Nuestras investigaciones no afirman que si subimos el salario mínimo a 20 USD/h en EE. UU. eso no pueda generar problemas masivos si realmente se impusiera esa subida. […] Nuestros resultados tampoco demuestran que subidas del salario mínimo, en otras economías del mundo, no puedan tener efectos negativos”.
David Card concluyó su investigación sobre los efectos laborales del salario mínimo, no por una pérdida de interés, sino debido a las malinterpretaciones de sus resultados. En una entrevista con el FMI, Card comentó: “Yo no voy por ahí diciendo que se tiene que subir el salario mínimo, y sin embargo, los promotores de esta medida utilizan mi trabajo para defender subidas del salario mínimo. Esa es una de las razones por las que he dejado de trabajar en ese asunto, porque todo el mundo asume que estoy instando a subir el salario mínimo, y eso hace que se desacredite todo lo otro que digo”.
La izquierda, desde el marxismo científico, siempre se jacta de poseer la verdad y de ser los únicos que interpretan debidamente esta. Pero viendo las conclusiones que llegan al observar los resultados del nobel, que el mismo David Card desacredita, no dejan de ser dogmáticas y de poseer múltiples errores:
- Tergiversación de la ciencia económica: En un primer momento, se aferran a que supuestamente TODA subida del salario mínimo, necesariamente, se traduce en una subida del paro. Esta vaca esférica sin roce que se inventan es un perfecto muñeco de paja al cual golpear. Como hay muchas variables en economía, puede existir algún caso en la historia de la humanidad donde no hubo un aumento del paro, debido a otro fenómeno que se estuviera gestando al mismo tiempo. Pero este muñeco de paja es mucho más fácil de tumbar que la realidad o que un mero manual de economía:
“Fijación de salarios mínimos: Otra estrategia normalmente seguida por los sindicatos es la de forzar la creación de leyes de salarios mínimos. Estas hacen que el salario supere el de equilibrio. La experiencia nos dice que la fijación de un salario mínimo eleva la tasa de desempleo del trabajo no calificado y produce un aumento del salario de los que continúan empleados”. (Economía: Elementos de micro y macroeconomía. F. Monchón y V. Beker. 3ra edición.)
- Empírea: Se señala que este resultado es la prueba empírica de que subir el salario mínimo no genera paro. Pero cabe señalar que el estudio de Card se realizó en el estado de New Jersey en un sector específico de la economía; generalmente donde hubo una suba del salario mínimo hubo una suba del paro, que justamente son la mayoría de los casos. Claramente la empiria desmiente cabalmente a estos adalides de la razón. Especialmente cuando analizamos el último informe del Banco Central de España, donde usando la misma metodología de Card, concluyeron una gran pérdida de puestos de trabajo por la subida del salario mínimo de los últimos años.
- Lógica: El último aspecto a señalar es la falta del uso de la lógica para la determinación de sus conclusiones. Es verdad que, en el caso de Card, no se vieron efectos negativos por la subida del salario mínimo. Pero fue en la economía de una región, en un tiempo y sector específicos. Viendo un caso donde no se encontraron efectos negativos, realizan un salto lógico con el cual terminan concluyendo que ninguna subida del salario mínimo puede generar paro. Claramente es una violación garrafal a la lógica el querer determinar, a partir de un caso particular, una regla general. Además, de poder realizar un simple ejercicio lógico haciendo la suposición “¿Qué pasaría si subimos el salario mínimo a $70.000 o $500.000 o $1.000.000?” claramente no van a poder escapar de la conclusión de que ninguna medida estatal es gratis; y en estos casos extremos se ven claramente que sí poseen efectos negativos en la economía.
Como se puede ver incluso en Argentina, los abusos de la razón no faltan en el mundo a la hora de querer dirigir la economía y la vida de las personas. ¿Cuántas veces hemos escuchado a economistas argentinos desechar las lecciones más básicas de economía a la hora de defender lo indefendible? A la hora de intentar comprender el orden extenso, el sesgo de confirmación es un feroz enemigo. Siendo que “si el mundo no funciona como yo pienso, es el mundo el que está errado”.
La razón de ser de estos defensores del dogma no es científico – donde sería mucho más fácil debatir y transformar ideas -, sino que se basan en sentimientos y pasiones. El problema es que estos llamamientos llegan más a las personas, y se traduce en la adopción de estos dogmas, gestando un desafío a la ciencia y el sentido común, que están tan interiorizados, que se tergiversa al mero gusto del espectador.