Kim Jong Un en el año 2013 defendió que la prosperidad económica era tan importante como el poderío militar. Desde entonces se empezaron a tolerar algunos mercados grises y se expandieron algunas libertades al comercio y al trabajo. Resultado de esto el país mostró una leve mejora económica.
A pesar de ello continuaron los cierres fronterizos, los campos de detención, y la educación a mujeres para la enseñanza en el cuidado de sus maridos e hijos, condenando aquellos que llevaran tendencias ‘antisocialistas’ dentro de su vida privada.
Pero en el último tiempo se vieron coartadas también las libertades al comercio, revocando las operaciones para comerciar en el exranjero y restableciendo los controles de precios. Los organismos de propaganda estatales defienden que los cambios son para priorizar los intereses populares por encima de los comerciantes avaros. A aquellos comerciantes que han intentado importar o exportar se los acusó de ‘contrabandistas’.
Una posible explicación para este cambio de perspectiva es el incremento de poder de los donju, que son las personas con dinero en Corea del Norte y que podrían volverse contra su gobierno.
La pandemia intensificó los controles fronterizos para impedir la entrada o salida de las personas. Producto de la planificación estatal existe una mala asignación de los recursos que hacen que hoy gran parte de su población pase hambre.
Corea del Sur ofreció repetidas veces el envío de alimentos y vacunas, pero estos gestos fueron rechazados por el gobierno norcoreano repetidas veces.